domingo, 27 de marzo de 2011

El fin de las llamadas perdidas gratuitas


La compañía estadounidense AT&T ha comenzado a cobrar por las llamadas ‘perdidas’. Según relata la revista Wired, a uno de sus lectores le han sido facturadas este tipo de comunicaciones.

Lon McQuillin ha descubierto cómo al probar su nuevo teléfono con tarjeta prepago y realizar una llamada ‘incompleta’ la compañía le ha facturado la cantidad de 0,10 dólares.

El contrato con la compañía recoge que el tiempo de conexión cuando se establece la señal con el receptor también es susceptible de ser facturado. Incluso, en las llamadas que no son contestadas.

Lo cierto es que desde que se generalizó este código para comunicarse o confirmar la recepción de un sms entre los usuarios de móvil, ha existido el rumor del posible cobro de estas llamadas.

Un mensaje de correo electrónico circula periódicamente desde hace años en forma de cadena, advirtiendo del coste para los usuarios, lo que ha llevado a las operadoras a desmentirlo en más de una ocasión.

Pero a pesar de que la política siempre ha sido la de no cobrar por un servicio o conexión que no se ha llegado a prestar, en cuanto alguien en el sector da el paso, el riesgo de que los demás le sigan es muy elevado.

Y esto es precisamente lo que ha pasado en el caso de Internet, Vodafone ha eliminado recientemente las conexiones de datos móviles ilimitadas estableciendo un máximo de descarga. En las conexiones domésticas, Canadá ha optado por eliminar la tarifa plana sin límite y Telefónica, Orange y el resto, también apuestan por poner trabas o reducir la velocidad a partir de un cierto volumen de descarga.

La industria alega que unos pocos consumen una cantidad “abusiva” del ancho de banda frente al resto de usuarios, la solución parece muy poco democrática, y es castigar a todos limitando el servicio bajo sus propios criterios. ¿Cómo se establece lo que se considera como un consumo ‘normal’?

La crisis hace mella en sus cuentas de resultados y unos pocos céntimos de las llamadas perdidas de millones de usuarios, sumados a un ahorro en los costes de mantenimiento y distribución de los servicios de ADSL pueden salvar un mal año. Siempre a costa del consumidor, claro.

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